Las máquinas pueden comprender y traducir el habla humana mejor que nunca. Sin embargo, el trabajo que hacen los traductores automáticos sigue sin acercarse a lo que podemos lograr los humanos, capaces de darle contexto a las palabras, manejar el humor o entender las subjetividades que afectan al idioma y a sus receptores.
Problemas comunes con los traductores automáticos
Aunque la traducción automática puede ser más rápida y económica que utilizar un servicio de traducción profesional con humanos de por medio, lo que se obtendrá no será más que un cumulo de problemas y errores por corregir. Veamos algunos de los problemas más comunes que presenta esta tecnología como alternativa a la traducción tradicional:
Falta total de precisión
Un traductor automático no revisa para comprobar que lo que ha hecho está correcto: no hay una función de pausa y repetición que permita a una máquina repasar una frase más de una vez y luego transcribirla con un poco más de concreción.
Las traducciones automáticas son más efectivas cuando se utilizan para obtener una idea general o la esencia de un pasaje o contenido, pero cuando se trata de lograr precisión en el mensaje que se busca transmitir este tipo de tecnologías no pueden ofrecerlo. Se necesita el toque humano para revisar y editar una traducción y así obtener el mejor nivel posible de precisión.
No existe el contexto
Las máquinas son muy literales. No pueden entender cómo una palabra o frase mal traducida podría cambiar el significado de un mensaje en diferentes contextos.
En este sentido, contar con un profesional de traducción pueden salvarnos de un error embarazoso a la hora de traducir un mensaje que cuando se trata de cuestiones de negocios pueden ser errores que nos cuesten especialmente caros. Una máquina perderá matices o contexto que hacen que un pasaje sea preciso y relevante.
Desde juegos de palabras hasta sarcasmo, los traductores automáticos son incapaces de detectar y utilizar esos matices, mientras que un traductor profesional puede escuchar una frase y entender cómo traducirla de una manera que tenga sentido culturalmente en el idioma de destino.
Límites en los formatos y archivos
Los traductores automáticos son especialmente limitados en este sentido, por lo que es posible que surjan problemas en relación a los tipos de formatos de archivo que estos pueden leer y procesar, lo que reduce las opciones. También puede haber límites significativos en el tamaño del archivo, reduciendo aún más el campo de acción.
Si grabamos un audio o necesitamos traducir un documento escrito a mano, el traductor automático no podrá ayudarnos. Contar con un traductor humano nos brindará una mayor variedad para manejar archivos y formatos. Si bien todo profesional puede tener un formato de archivo favorito, se puede trabajar prácticamente con cualquier tipo de documento cuando se trata con humanos.
Falta de experticia en cualquier tema
Una máquina no es experta en ningún idioma o jerga específica de ningún tipo de industria o sector. Una vez más, un servicio de traducción automática es un programa, por lo que será tan preciso como la persona que desarrolló el software y el material con el que se alimenta para procesar y traducir los archivos.
Los traductores profesionales son expertos en sus idiomas y, a menudo, en industrias complejas y sectores muy específicos. Contar con una mano humana y experta salvará a cualquiera de errores potencialmente peligrosos en el resultado final.